A 124 años luz de la Tierra, en la oscura inmensidad del universo, un planeta alienígena ha desvelado un secreto que podría cambiar para siempre nuestra comprensión del cosmos. K2-18b, un mundo lejano y misterioso, ha mostrado trazas químicas en la atmósfera de dos compuestos que, en la Tierra, son producidos exclusivamente por formas de vida: el sulfuro de dimetilo (DMS) y el disulfuro de dimetilo (DMDS), moléculas comúnmente asociadas a la actividad del fitoplancton marino.
Este extraordinario descubrimiento fue publicado por la Universidad de Cambridge en Cartas del Astrophysical Journal y se basa en datos recogidos por el telescopio espacial James Webb. Según los investigadores, se trata del indicio más fuerte jamás observado de la posible vida extraterrestre en un planeta fuera de nuestro sistema solar.
“Los resultados son la prueba más sólida hasta ahora de que podría existir vida en un planeta extrasolar”, afirma el equipo de la Universidad de Cambridge. Sin embargo, la cautela sigue siendo máxima: serán necesarias más observaciones para confirmar el origen biológico de estas moléculas orgánicas.
K2-18b: Un conocimiento antiguo, una nueva esperanza
K2-18b no es un nombre nuevo para los astrónomos. Ya en 2016 y 2017, gracias al telescopio Hubble de la ESA y la NASA, se descubrió que este exoplaneta es un super Tierra en superficie habitable de su estrella, donde podrían existir océanos de agua líquida. Las primeras observaciones revelaron la presencia de vapor de agua, hidrógeno y helio en su atmósfera.
Sin embargo, 2024 había traído un revés: un nuevo estudio del equipo de la Universidad de California en Riverside, dirigido por Shang-Min Tsai, había puesto en duda las interpretaciones anteriores, frenando el entusiasmo mundial.
Pero ahora, como en todo gran relato épico, ha resurgido la esperanza.
Huellas de vida: moléculas de carbono en un mundo lejano
El grupo dirigido por Nikku Madhusudhan del Instituto de Astronomía de Cambridge, en colaboración con el Instituto Científico del Telescopio Espacial y las universidades de Cardiff y Birmingham, hallaron nuevas y prometedoras huellas moleculares en la atmósfera de K2-18b. Por primera vez en la historia, se han identificado moléculas de carbono en un exoplaneta de la zona habitableuna indicación potencial de la presencia de procesos biológicos.
Las concentraciones observadas son miles de veces superiores a las de la Tierra, y K2-18b se clasifica ahora como un “Iceano” - mundos oceánicos con una atmósfera dominada por el hidrógeno, candidatos ideales para la búsqueda de formas de vida.
A un paso del milagro, pero el camino es largo
Sin embargo, la ciencia exige rigor. En la actualidad, no se puede descartar la probabilidad de que las moléculas hayan sido producidas por procesos no biológicos: el margen de incertidumbre es de 0,3%. Para poder hablar oficialmente de un descubrimiento de vida extraterrestre, la incertidumbre debe descender a 0,00006%.
“Nuestro trabajo es sólo el principio. Es la base de todas las investigaciones futuras necesarias para confirmar y comprender estos fascinantes hallazgos”, afirmó Savvas Constantinou, coautor del estudio.
Conclusión: ¿Estamos solos? Quizá no, pero hacen falta más datos
El descubrimiento de moléculas orgánicas en K2-18b marca un momento histórico en la búsqueda de vida más allá de la Tierra. Si se confirma, este descubrimiento podría ser la primera ventana real a una biosfera extraterrestre, cambiando radicalmente nuestro lugar en el universo.
K2-18b nos observa desde lejos. Y, tal vez, en ese profundo silencio, algo -o alguien- nos observa a su vez.