¿Vida en Marte? Es una cuestión de combinaciones químicas

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Simulaciones recientes publicadas en Communications Earth & Environment y dirigidas por Aditya Khuller, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, sugieren que la combinación adecuada de hielo y polvo en la superficie de Marte podría crear un hábitat adecuado para formas de vida fotosintética. Aunque estas simulaciones no confirman la presencia actual o pasada de vida, sí identifican zonas potenciales donde podría existir y donde futuras misiones podrían buscar rastros de vida marciana.
Sin la protección de una atmósfera como la de la Tierra o un campo magnético, la vida en la superficie de Marte es casi imposible debido a la intensa radiación solar. Sin embargo, una capa de hielo suficientemente gruesa podría absorber esta radiación y proteger cualquier forma de vida capaz de utilizar la energía solar, al igual que los microorganismos fotosintéticos en la Tierra. Para sobrevivir, estos organismos tendrían que estar en unas condiciones ideales en las que recibieran suficiente luz para la fotosíntesis, pero al mismo tiempo estuvieran protegidos de la dañina radiación ultravioleta.
Realizando una serie de simulaciones sobre las posibles combinaciones de hielo y diversos porcentajes de polvo, los investigadores trazaron un mapa de los posibles entornos en los que podrían darse estas condiciones. Descubrieron que el hielo muy polvoriento bloquearía demasiada luz solar, pero el hielo que contiene entre 0,01 y 0,1% de polvo podría crear una zona habitable a profundidades de entre 5 y 38 centímetros, dependiendo del tamaño y la pureza de los cristales de hielo. En hielo más limpio, podría existir una zona habitable más amplia entre 2,15 y 3,10 metros de profundidad. Además, la presencia de polvo podría facilitar la fusión localizada ocasional a profundidades de hasta 1,5 metros, proporcionando el agua líquida necesaria para la supervivencia de cualquier forma de vida fotosintética. Estas condiciones podrían darse en regiones de latitudes medias comprendidas entre 30 y 50 grados.
Aunque el estudio no aporta pruebas de la existencia de vida actual o pasada, sirve de excelente referencia para orientar futuras misiones espaciales destinadas a encontrar rastros de vida.