El primer astronauta no estadounidense en pisar la superficie lunar podría proceder del país del Sol Naciente.
Solo doce seres humanos han pisado hasta ahora la superficie lunar. Los doce participaron en las misiones Apolo llevadas a cabo entre 1969 y 1972. Los doce eran hombres blancos estadounidenses. Con el programa Artemis, Estados Unidos tiene el objetivo declarado de llevar a la primera mujer y al primer hombre no blanco a la Luna, pero el programa también pondrá fin al monopolio estadounidense sobre los paseos a la luz de la Luna. “Estados Unidos ya no caminará solo por la Luna”, tuiteó en X el director general de la NASA, Bill Nelson. En virtud de todas las colaboraciones llevadas a cabo en las últimas décadas y aún en curso, se esperaba que estuviera pensando en Italia, o al menos en Europa. Esperanzas mal depositadas.
ARTEMIS II Y ARTEMIS III
Con motivo de la visita del primer ministro japonés Fumio Kishida, Joe Biden declaró que dos japoneses participarán en las futuras misiones Artemis y que uno de ellos será el primero en pisar la Luna después de los estadounidenses. Una segunda decepción para los europeos, que ya habían tenido que tragarse un sapo cuando Jeremy Hansen se unió a los tres estadounidenses de la tripulación de la misión Artemis II: en las olimpiadas lunares de 2025, la medalla de plata en la disciplina “orbitar alrededor de la Luna” corresponderá a Canadá, país que ya colabora en la Estación Espacial Internacional (ISS) y es el aliado más cercano de Estados Unidos. Dos decisiones decepcionantes para Europa, que lleva más de una década trabajando en el módulo de servicio de la cápsula Orion, elemento principal de Artemis. Sin embargo, ninguna elección habría satisfecho a todos los Estados del viejo continente. Nuestra propia agencia espacial italiana, fuerte por sus colaboraciones en la realización de la ISS y la Lunar Gateway (la estación espacial lunar) y por ser la primera nación en firmar los acuerdos Artemis, apostaba por Samantha Cristoforetti, pero también nuestros vecinos del norte esperaban que fuera uno de sus compatriotas: en 2021, Macron incluso se hizo acompañar por el astronauta francés Thomas Pesquet a la reunión con la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris. También Alemania y el Reino Unido presionaban para que se eligiera a uno de los suyos y, entre los contendientes, Kishida se regodea.
UN AÑO DE ORO PARA EL ESPACIO JAPONÉS
El sector espacial japonés está viviendo un 2024 dorado. En febrero, la agencia espacial japonesa Jaxa logró lanzar con éxito el nuevo cohete pesado H3, similar al Falcon 9 en cuanto a rendimiento. No es reutilizable, por lo que no revolucionará el mercado de los lanzadores, pero ya es más de lo que ha conseguido la ESA con el Ariane 6, que lleva años esperando su lanzamiento inaugural. También en lo que respecta a la Luna, la Jaxa solo tiene motivos para celebrar: en enero, el módulo de aterrizaje Slim (Smart Lander for Investigating Moon) realizó un aterrizaje torpe, pero suave. El módulo rebotó en el suelo lunar y se apoyó sobre un lado, con los paneles solares apuntando no hacia arriba, sino hacia el oeste. Los técnicos de Jaxa esperaron entonces a que el sol se pusiera por el oeste para intentar volver a encender Slim. El módulo de aterrizaje “despertó”, convirtiendo así a Japón en el quinto país (cinco meses después de la India) en tener una sonda operativa en la superficie lunar. Y no solo eso: a Slim le gustó tanto la puesta de sol lunar que el módulo de aterrizaje se volvió a encender para la siguiente, en febrero, y para la siguiente, en marzo. También en el ámbito de la investigación, Japón goza de buena salud y colabora estrechamente con Estados Unidos. En marzo, la NASA entregó a la JAXA el instrumento Megane (Mars-moon Exploration with GAmma ray and NEutrons), un espectrómetro de rayos gamma y neutrones que se utilizará en la misión japonesa MMX (Martian Moons eXploration). Prevista para 2026, la misión tiene como objetivo investigar la composición y, por tanto, el origen de las lunas marcianas. Megane, que en japonés significa “gafas”, estudiará la composición de la luna Fobos y recuperará una muestra para llevarla a la Tierra. También en el sector privado, el Sol Naciente no pierde el ritmo: el año pasado, la empresa ispace fue responsable del primer intento privado de llevar un módulo de aterrizaje a la superficie lunar. La misión M1 terminó con un choque, pero la empresa japonesa y sus filiales en Estados Unidos y Luxemburgo están preparando un nuevo módulo de aterrizaje y un rover para la M2, prevista para finales de este año. En las Noticias Espaciales de este número también contamos cómo ispace se está preparando para llegar a la cara oculta de la Luna con M3, utilizando una pequeña constelación de satélites en órbita lunar para garantizar las comunicaciones con el centro de control.
UNA AUTOCARAVANA LUNAR
A todo esto se suma la elección estadounidense, sin que existan conexiones importantes entre el programa Artemis y los objetivos ya alcanzados por Japón. El primer ministro japonés ha dado algunos ejemplos de estos vínculos, citando dos grandes proyectos: el Lunar Cruiser de Toyota y el International Habitation Module. El primero es un rover lunar presurizado de Toyota con esclusa de aire, un laboratorio científico de serie capaz de garantizar una autonomía de 30 días a los astronautas que explorarán el Polo Sur lunar; en práctica, una especie de autocaravana lunar. El segundo es un módulo del Lunar Gateway para el que Japón suministra baterías, un sistema de soporte vital y de control ambiental, que se lanzará con Artemis IV (no antes de finales de 2028) y albergará hasta dos astronautas durante periodos de hasta 90 días. Sin duda, se trata de proyectos interesantes y ambiciosos. ¿Es por ellos por lo que se han elegido las suelas japonesas en lugar de las europeas como nuevo molde para el regolito lunar? No exactamente. Sobre todo si se tiene en cuenta que la mayor parte del módulo se fabrica en las instalaciones turinesas de la muy europea Thales Alenia Space y que el rover no se matriculará antes de la misión Artemis VII, cuando Elon Musk podría haber llegado ya a Marte.
¿Y EUROPA?
La razón de la decisión estadounidense es puramente diplomática. La misma diplomacia que Kishida desplegó en su discurso en Estados Unidos, en el que dijo y reiteró que Hiroshima es su ciudad natal. No hay otra razón para mencionar la infausta Hiroshima en Estados Unidos. En política no es importante lo que se dice, sino lo que se decide no decir. Por ejemplo, Biden no ha declarado con qué misión se llevará a cabo el alunizaje del primer astronauta japonés. Por el momento, aún se desconocen los cuatro astronautas de Artemis III, la misión que llevará por primera vez a dos miembros de la tripulación al suelo lunar, probablemente una mujer y un hombre de color estadounidenses, pero aún no hay nada seguro. Además, lo mismo que ocurre con Japón también se aplica a Europa: los acuerdos prevén que, a cambio del trabajo realizado por la ESA para Artemis, la NASA garantice a tres astronautas europeos el vuelo a la Luna, pero no se ha establecido en qué misión. Se especula que el primero partirá con Artemis IV, pero, en teoría, un ciudadano del viejo continente podría llegar a la órbita lunar ya con Artemis III. Y a Estados Unidos le conviene repartir estos cinco billetes dorados, ahora que es el único que puede imprimirlos, porque muy cerca de su gran amigo Japón hay otra potencia que aspira a una posición de liderazgo en la Luna.
CHINA TAMBIÉN SE MANTIENE CERCA DE LA LUNA
China está llevando a cabo con éxito su apretada agenda de exploración lunar robótica con las misiones Chang'e y se propone como alternativa al bloque Artemis, impulsando la construcción de una base lunar robótica permanente e internacional. Rusia, Tailandia, Pakistán y Sudáfrica ya se han adherido a la Estación Internacional de Investigación Lunar. Otros países podrían sumarse, pero no los 38 que firmaron los acuerdos Artemis, entre los que se encuentran los “sinófilos” Brasil y Emiratos Árabes Unidos, ya que los acuerdos lo prohíben. Pekín ha subido el listón al declarar que un taikonauta llegará a la Luna en 2029, antes de lo previsto y antes del inicio de la construcción de la base robótica, pero en el centenario del nacimiento de la República Popular China. La misión lunar china tripulada, que aún no tiene un nombre específico, se inscribe de lleno en un programa robótico y parece encontrar su razón de ser en el desafío a Estados Unidos, del tipo “nosotros no somos menos”. También debido a la fecha límite al final de la década, la misión recuerda al programa Apolo: la cápsula Mengzhou (“Nave de los sueños”), ya probada, llevará a los taikonautas a la órbita lunar, donde se producirá el encuentro con el módulo de aterrizaje Lanyue (“Abrazo lunar”). Este será alunizado por dos taikonautas, que también dispondrán de un pequeño rover con 10 kilómetros de autonomía. Se trata de una misión lunar relativamente sencilla, pero para algunos es poco realista en cuanto a plazos. Sin embargo, China ya ha demostrado que puede trabajar a un ritmo acelerado en la carrera espacial, y la agencia espacial ya tiene listos los motores que impulsarán los dos cohetes para lanzar la cápsula y el módulo de aterrizaje: dos Larga Marcha 10, derivados de un lanzador anteriormente conocido como Larga Marcha 5 y compuesto por tres etapas con una altura total de 93 metros. Por el contrario, el programa Artemis nos ha acostumbrado a numerosos retrasos: los planes de hace cinco años preveían un alunizaje para este año, pero en realidad no veremos partir a Artemis III antes de finales de 2026. Si, como parece, Japón tiene que esperar a Artemis IV para poner un pie en la Luna, es posible que en el suelo lunar ya encuentre la inscripción «Made in China».