En el corazón de una explosión estelar, los «ingredientes que faltan» del Universo

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En un rincón remoto de nuestra galaxia, el fantasma de una estrella que una vez brilló más que el Sol ha susurrado un secreto cósmico. En los restos de la supernova Cassiopeia A, a unos 11 000 años luz de nosotros, los sensibles ojos de un telescopio espacial han detectado la presencia de dos elementos que durante mucho tiempo habían escapado a la observación: el cloro y el potasio.

Estas partículas no son simples símbolos en la tabla periódica, sino capítulos esenciales de la historia del universo: se encuentran entre esos “ladrillos impares” que las teorías tradicionales tenían dificultades para atribuir con precisión a las violentas explosiones de las estrellas. Los modelos teóricos solo habían previsto en parte su existencia, dejando así un vacío en nuestros mapas cósmicos.

El descubrimiento es fruto del trabajo del telescopio de rayos X XRISM, un observatorio espacial japonés de extraordinaria sensibilidad, dirigido por Kai Matsunaga, de la Universidad de Kioto, y por una colaboración internacional de astrofísicos. Con su instrumento Resolve, XRISM ha logrado captar detalles sorprendentes en los rayos X emitidos por los restos de la supernova, revelando luces y sombras en las marcas químicas de esos materiales antiguos.

En un universo en continua expansión, siempre hemos sabido que las estrellas son fábricas de elementos: forjas en las que los átomos más ligeros se fusionan para dar lugar a componentes cada vez más complejos. Pero algunos de ellos, como el cloro y el potasio, habían permanecido ocultos hasta ahora a nuestras mediciones, creando una especie de laguna en nuestra comprensión de las recetas estelares.

Esta nueva evidencia nos ofrece una visión más profunda de los procesos que forjaron los ingredientes fundamentales para los planetas, los océanos y, quién sabe, tal vez para la vida misma. Lo que antes era un enigma, ahora se tiñe de poesía: de una estrella moribunda, que explotó hace miles de años, llegan las semillas químicas de nuestro propio hogar cósmico.