Así podría haber nacido la Luna

Share

Según un nuevo estudio, nuestra Luna sería el resultado de un antiguo encuentro cósmico: el entre la Tierra recién nacida y Theia, un joven planeta del tamaño de Marte que se había formado cerca del Sol.

Theia, moldeada por la intensa luz de las regiones internas del Sistema Solar, habría emprendido un lento viaje hacia el exterior, impulsada y perturbada por la danza gravitatoria de Júpiter y Saturno. Ese recorrido la llevó, unos 100 millones de años después del nacimiento del Sistema Solar, a cruzarse con el destino de la Tierra en un impacto tan violento como creativo.

De esa colisión inmensa, dos cuerpos heridos pero renovados habrían dado vida a lo que somos hoy: la Tierra que conocemos y la Luna que nos acompaña desde hace miles de millones de años, compañera silenciosa de nuestras noches.

Las huellas de esa historia aún permanecen en nuestro interior: elementos que no deberían estar en la Tierra y que nos recuerdan un origen más cercano al Sol; hierro disperso en las capas externas del planeta como cicatrices de una antigua fusión.

Así, entre memoria y materia, la Luna aparece no como un simple satélite, sino como el resultado luminoso de un abrazo cósmico que ha moldeado nuestro mundo.